lunes, 1 de abril de 2013

Capítulo 21

Traición.
Esa es la primera palabra que me viene a la mente cuando Willow Snow me confiesa que ha sido Gale el que me ha traído hasta aquí.
-¿Por qué?- pregunto.
-No lo sé, Katniss. Lo único que me dijo es que quería vengarse de ti por cosas que pasaron en el pasado.
¿Cosas que pasaron en el pasado? No me digas que aun me guarda rencor por elegir a Peeta antes que a él. ¡Pero si ya pasaron 25 años! Dios, no me lo creo.
-¿Donde está?
-Tampoco lo sé. Probablemente se fue a su casa. O a lo mejor está por aquí. Iré a ver.
-¡Espera!- la detengo.- Quiero ver a los niños.
-Claro.
Me conduce por un laberinto de calabozos, hasta llegar al número 38. Entro y me encuentro a los niños en una esquina. Antes de poder acercarme a ellos, Rue y Cinna corren a abrazarme, llorando.
-¡Mamá, has venido!- me dice Cinna.
-Claro que he venido. No podía dejaros aquí. ¿Os han hecho daño?- pregunto, porque no me fío mucho de la palabra de Willow.
-No. Nos dejaron aquí el otro día, y solo han entrado para darnos comida. Estamos bien.
-Me alegro- digo, y me acerco al resto de los niños. Abrazo a Chris y a Finnick, y le doy un beso en la coronilla a Madge y a Sarah.- ¿Vosotros estáis bien?
-Sí- me contestan Finn y Chris a la vez.
Yo sonrío, y miro a los otros niños que hay en la sala. La niña del 2 y la del 3, el niño del 5, las niñas del 8 y del 9, el niño del 10, ambos del 11 y ambos del 13.
-¿Y vosotros?
-Estamos bien- me contesta una niña con el pelo... ¿verde? Será del distrito 2, que ahí se lleva lo extravagante.
-Bien. Pues nos vamos.
-¿Así de simple? ¿No hay que luchar ni nada?- me pregunta Finnick, un poco decepcionado, creo yo.
Yo me río.
-Sí, Finn. Así de simple. He aclarado las cosas con Willow, y ¿sabes que? Ahora somos amigas- digo esto medio en broma, medio en serio. En fin, me ha dejado vivir y no le ha hecho nada a los niños. Creo que, dejando a un lado el hecho de los juegos y todo esto, no somos tan diferentes.
Creo que me toman un poco por loca, pero lo dejan pasar y, todos juntos, salimos por la puerta. Al girar en el primer cruce, me encuentro con el que, en este momento, es mi peor enemigo. Gale.
-Niños, volved al calabozo. Iré en seguida.
Mis hijos me miran con tristeza; saben que algo pasa. Pero me hacen caso y se llevan al resto al calabozo.
-Catnip- me dice, acercándose a mí.
-No me toques- respondo, con voz fría y distante.- Y no me llames así. Ya no somos amigos.
-¡Oh, venga ya! ¿Qué te he hecho ahora?
-¿QUE QUÉ ME HAS HECHO AHORA? ME HAS GOLPEADO EN MEDIO DE LA CALLE Y ME HAS TRAÍDO AQUÍ PARA QUE ME MATARAN SOLO PORQUE EN EL PASADO ELEGÍ A PEETA ANTES QUE A TI. ESO ES LO QUE ME HAS HECHO.
-¡Oh, te has enterado!
-¡Claro que me he enterado! ¿Lo has hecho por eso? ¿Porque no te elegí a ti?
-Sí- me contesta.- Yo tenía mucho más derecho que él a estar contigo. Te conocía desde... ¿cuando? Desde que tenías once años. Y él vino con el cuento de que te amaba desde los cinco años. ¡Venga ya! ¿Quién se cree eso?
-Pues yo me lo creo. Y ¿sabes? Creo que no has tenido en cuenta un pequeño detalle... ¡Tus estúpidas bombas mataron a mi hermana pequeña!
-Yo no quería...
-Lo sé, pero lo hiciste. Esa fue la gota que colmó el vaso, y lo que hizo que quisiera distanciarme de ti. Además, ahora tienes novia, y estás esperando un hijo...
-Pero te quiero a ti, Katniss. Te quiero.
-No, Gale. Tu solo te quieres a ti mismo. ¿Sabes? Me acuerdo de que, en la rebelión, le dijiste a Peeta que yo elegiría al que necesitaba para sobrevivir. Pero, como ya ves, elegí a Peeta, que días antes me intentaba matar, así que tu "teoría" no tuvo validez.
-¿A qué viene eso ahora?
-Es para demostrarte que quería a Peeta a pesar de todo, y creo que nunca podría sentir lo mismo por ti.
-Está bien. Pues espero que te vaya bien, Kat. Nunca olvides que estaré aquí para lo que necesites.
Y sin más, se va.
Yo doy media vuelta para recoger a los niños, pero, en el camino, me encuentro con el llanto de una mujer procedente de un calabozo.
Abro la puerta, y me encuentro con Effie
-¡Effie!- me acerco y la abrazo.
-Oh, Dios, Katniss. ¡Has venido!
-Hoy os ha dado a todos por decir eso, ¿eh? Venga, arriba. Nos vamos.
Se levanta y vamos a recoger a los niños. Por el camino me encuentro con Willow.
-¿Has hablado con él?- me pregunta.
-Sí. Creo que no volverá a molestarme en un tiempo.
-Me alegro, y de nuevo, perdona por todo. Ya me han informado de que los muertos no están muertos.
-No. Están inconscientes, pero sobrevivirán.
-Bien. Espero que os vaya bien, Katniss, a ti, a tu prometido y a todas las personas a las que quieres.
-Yo también lo espero. Cuídate, Willow.
-Lo haré.
Y se va.
-¿Qué ha sido eso?- me pregunta Effie. Me había olvidado de que estaba aquí.
-Luego os lo cuento.
-¿Y qué es eso de que los muertos no están muertos?
-Luego, Effie. Quiero decírselo a todos a la vez.
Llegamos al calabozo y llevamos a los niños hacia la salida. Allí nos espera un aerodeslizador. Haymitch, seguro. Subimos al vehículo, y ahí me encuentro con Peeta. Le doy un abrazo, e inmediatamente después hace lo propio con los niños. Yo saludo a Haymitch y al resto de los tributos que no llegaron a "morir".
-¿Os han hecho daño?- preguntan.
-No, mamá y Willow ahora son amigas- dice Cinna. Peeta me mira con cara rara.
-Sí, bueno, es una larga historia.
-Pues tenemos tiempo hasta llegar a casa.
Y así, durante las horas siguientes, les cuento todo. Desde que me desperté en el hospital hasta que salimos de los calabozos, pasando por la noticia de que "los muertos no están muertos" y por la charla con Gale.
-Lo mato- dice Peeta.
-No vale la pena. No volverá a molestarnos.
Mi mirada lo tranquiliza, y mientras el viaje hasta el Distrito 12 transcurre, noto las caricias de Peeta en mi espalda, y sé que, de nuevo, estoy a salvo.
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¡He vuelto! Lo siento, lo siento, lo siento, y lo siento por 10000000. Podeis matarme, en serio, os dejo. Me he portado fatal con vosotros, y de verdad que lo siento un mundo.
Bueno, dejando de lado mi mal comportamiento... ¿qué os ha parecido el capítulo? ¿Os ha gustado o no? Dejadme comentarios, pleeasee! :)
Bueno, pues un besito a todos los que leeis esta "historia". Os quiero muuuucho ^^

lunes, 4 de marzo de 2013

Lo siento muchísimo.

¡HOLA! ¿Me echabais de menos?
Bueno, antes de nada quiero pediros perdón. Lo siento, lo siento y lo siento. Hace 5 meses y medio que no subo capítulos, y de verdad que lo siento, pero no he tenido tiempo. El instituto me quita mucho tiempo, y cuando tengo el ordenador no me da tiempo a escribir un capítulo. Quería disculparme; tenéis todo el derecho del mundo a odiarme. Soy una mala persona.
En segundo lugar, quería daros las gracias a todos los tributos que leéis mi historia. Ya son casi 2000 visitas a mi blog :') Mil gracias, de verdad. Sin vosotros, este blog no existiría. Os agradezco todos vuestros comentarios, vuestro apoyo por twitter y vuestra impaciencia, que es lo que me ha animado a seguir escribiendo. Muchas gracias a todos los que lo leéis, porque hay muchas personas que comentan, otras que lo hacen por twitter, pero estoy segura de que hay muchos anónimos que también lo leen, así que gracias.
Bueno, y la tercera noticia es que intentare subir el capítulo 21 esta semana, pero no os prometo nada.
Si no lo subo esta semana, os daré mi dirección para que me mandéis rosas blancas y rastrevispulas, porque me las merezco. Os PROMETO que si no lo subo esta semana, lo subiré en Semana Santa.
Y hasta aquí hemos llegado, así que un beso enorme a todos :)
Os quiero.

martes, 18 de septiembre de 2012

Capítulo 20


Al abrir los ojos, lo único que veo es un techo blanco. En algún lugar debe de haber una lámpara encendida, porque un brillo no me deja mantener los ojos abiertos durante más de un segundo. Trato de levantarme de la camilla en la que me encuentro, pero algo me lo impide. Estoy atada a la camilla. No recuerdo como he llegado aquí. Lo único que sé es que me dirigía al Capitolio para ayudar a los niños, pero alguien me dio un golpe en la cabeza y me desmayé. No sé donde estoy, ni cuanto tiempo llevo dormida, ni si me han hecho daño mientras estaba inconsciente. Lo único que sé es que tengo que salir de aquí y buscar a los niños. Antes de que pueda hacer nada, una puerta se abre, dejando paso a una mujer que yo ya he visto antes. Es la que ha ideado todo esto.
Willow Snow.
-Al fin despiertas, querida Katniss- me dice, con tono amigable. ¿Amigable? ¿Acaso somos amigas y yo no me he enterado? Ella ha sido la que quería matarnos a todos, la que todavía quiere hacerlo. Y, desde luego, no seré amiga de alguien que quiere mi muerte y la de las personas que quiero.
-¿Dónde estoy?- pregunto.
-En el Capitolio, en una de los calabozos subterráneos.
-¿Calabozos? Creía que habían sido prohibidos.
-Ay, mi querida Katniss. Estos calabozos son secretos. Nadie ha estado aquí desde hace años.
-¿Donde están los niños?- pregunto, sabiendo que no se encontrarán muy lejos.
-A dos calabozos de aquí. No te preocupes, están bien. Solo te necesito a ti, a ellos no tengo intención de hacerles daño.
Por una parte, el que diga eso me alivia, pero por otra, ahora que me tiene puede dejarlos salir, y a saber que les ocurrirá de camino a casa.
-Pues ahora ya me tienes. Déjalos libres.
-No tan rápido, chica en llamas. Hasta tu ejecución no les dejaré irse. Quiero que sufran tu muerte como yo sufrí la de mi abuelo.
¿He oído bien? ¡Ejecución! ¡Quiere matarme delante de los chicos! Eso sí que no. Si quiere matarme, adelante, pero no quiero que mis hijos se queden con un trauma durante sus vidas.
-¿Por qué haces esto?- ella me mira con cara de extrañada.- ¿Por que me quieres matar? ¿Por que hiciste que volvieran los juegos?
-Porque vosotros me quitasteis una parte muy importante de mi vida. Me arrebatasteis a mi abuelo. ¡Él nunca hizo nada malo!
-¡¿Qué no hizo nada malo?!- pregunto, alzando mucho la voz.- Él fue el causante de que todo esto pasara. Él era el presidente de Panem, y si hubiera querido, podría haber parado los juegos en cualquier momento. ¡Esto no habría pasado de no ser por él! Si hubiera parado los juegos a tiempo, mi hermana no habría salido elegida, yo no me habría presentado voluntaria y no habría hecho el truco de las bayas. Si él hubiera parado los juegos, la rebelión no habría tenido lugar, y no habrían muerto tantas personas. El hecho de que ahora estemos teniendo esta estúpida conversación es por su culpa. ¡Él ha sido el causante de todo!
Willow se queda callada, asimilando lo que he dicho. Entonces, sin previo aviso, se derrumba en el suelo y se echa a llorar.
-Lo... siento- susurra, con la voz entrecortada.- Tienes razón. Pero... él creyó que sería divertido ver como la gente se mataba año tras año...
-¿Divertido? ¿Te parece divertido ver como tus amigos, tus familiares, y aunque sea, tus conocidos, tienen que luchar a muerte? ¿Te parece divertido ver sufrir a la gente? ¿Te parece divertido ver como unos niños de doce años piden clemencia ante uno de dieciocho para que lo los maten? ¿Acaso eso te parece divertido?
-Ahora no. ¿Sabes? Los últimos juegos se celebraron con niños del Capitolio. Y, no sé si lo sabes, pero yo tuve que ir, y fui la vencedora. Tenía catorce años y no sabía nada de lucha, pero en cuanto sonó el gong, corrí hacia la Cornucopia, cogí un cuchillo y una mochila y me quedé en un árbol durante todos los días. Cuando solo quedábamos dos, bajé del árbol y me dirigí a la Cornucopia, donde estaba el otro tributo. Me acerqué sigilosamente a él por detrás y, cuando estaba a un par de metros, le lancé el cuchillo y lo maté. Y no me gustó nada la experiencia. No me gustó ver a mis amigos morir, ni tener que matar a aquel chico. Pero quería salir con vida de allí para vengarme de ti por la muerte de mi abuelo.
-¿No lo entiendes? ¡Yo no maté a tu abuelo!- ella se queda con una cara de asombro.- El día de su ejecución, se supone que yo debía clavarle una flecha, pero me acordé de un par de charlas que habíamos tenido tiempo atrás, y no lo maté a él, sino a Coin, la mujer que quería gobernar Panem y que me hizo creer que estaba de mi parte, cuando en realidad lo único que quería era ser la presidenta y hacer lo que le pareciera. Sé por lo que pasaste tras la muerte de tu abuelo. Y sé porque querías matarme. ¿Sabes? Coin mató a mi hermana pequeña. Tenía solo catorce años, y la mató sin piedad. Me hizo creer que fue tu abuelo, pero luego comprendí que no fue así. Por eso lo perdoné, porque yo tenía que vengarme de Coin, no de Snow.
-Lo siento- dice ella, tras asimilar lo que he dicho.- Creía que habías sido tú. Yo era pequeña, no me enteraba de lo que pasaba a mi alrededor. Te debo una disculpa.
Yo le sonrío, aunque no de forma forzada. Willow estuvo equivocada todo este tiempo, y entiendo perfectamente que quisiera matarme. Al fin y al cabo, yo hice lo mismo con Coin.
-Aunque- continúa- debes reconocer que si no fuera por mi abuelo, Peeta y tú no estaríais juntos.
Ambas soltamos una pequeña carcajada y yo asiento. Tiene razón. Si no fuera por los juegos, lo más probable es que nunca hubiera sabido de la existencia del amor de Peeta hacia mí. Pero eso es lo único que le agradezco a Snow. Lo único, nada más.
-Por cierto- pregunto.- Alguien me golpeó en la cabeza para traerme aquí. ¿Fue un agente de la paz?
Ella se pone blanca de repente, y deja de sonreir.
-Verás, ahora esperaba que no sacaras ese tema, porque la respuesta no te gustará en absoluto.
-¿Quien ha sido?
-Lo siento mucho. Yo no le obligué. Se ofreció voluntario él mismo. Dijo que quería hacerte daño porque tú se lo habías hecho a él en el pasado.
-¿Quien ha sido?- repito, esta vez un poco más alto.
-Lo siento- repite una última vez. Yo la miro con los ojos interrogantes, y entonces ella baja la mirada y me lo dice en un susurro apenas audible.- Ha sido Gale Hawthorne.

martes, 11 de septiembre de 2012

Capítulo 19


Rabia.
Eso es lo que siento en este momento. Rabia, rabia y más rabia. Hacia Haymitch, hacia Willow, incluso hacia Peeta por querer tener hijos. Vale, él no sabía que esto pasaría. Pensábamos que la gente tendría la suficiente cordura como para no cometer los mismos errores que en el pasado. Pero nos equivocábamos, porque Willow Snow nos ha quitado lo poco que de verdad amábamos en el mundo. ¡Maldita la hora en la que saqué esas bayas y todo comenzó! Tenía que haber matado a Peeta en aquel momento, o dejarlo morir cuando tuve oportunidad.
¿A quien quiero engañar? No podría haber matado a Peeta ni haberlo dejado morir. Al fin y al cabo, él me salvó la vida una vez, y fuera como fuese, tenía que devolverle el favor. ¿Quién iba a decir que por culpa de esas estúpidas bayas mis hijos y sus amigos están ahora en manos de esa loca? Y Effie...
Oh, Effie también ha sido secuestrada. Effie, mi Effie, la que se convirtió en una de mis mejores amigas y la que me cuidó durante todos estos años como si fuera su hija. ¿Qué les estarán haciendo ahora a todos ellos? Juro por mi vida que como les toquen un solo pelo a Effie y a los niños...
-Katniss.- La voz de Johanna me saca de mis pensamientos. Intento localizarla con la mirada, pero desde mi camilla del hospital no la puedo ver. A mi derecha se descorre una cortina y veo a Johanna en una cama idéntica a la mía.- Tenemos que hacer algo. Los niños no saben lo que les espera allí. Podrían hacerles lo que nos hicieron a Peeta o a mí, o incluso algo peor. Tenemos que sacarlos del Capitolio, aunque sea a costa de nuestras vidas.
Yo asiento, sabiendo que tiene toda la razón del mundo. ¿Qué pasaría si a mis hijos les inyectaran veneno de rastrevíspula como hicieron con su padre? ¿Nos los devolverían después sabiendo que van a matarnos? Sí, seguro que harían eso. Y sin duda es algo que no puedo pensar. No puedo consentir que hagan lo que quieran con los niños. Y sí, estoy dispuesta a ofrecerme en su lugar. Que me maten a mí, que es lo que quieren, pero que no les hagan daño a ellos. Solo son niños.
Ya han disfrutado durante setenta y seis años de como veinticuatro niños se mataban mutuamente hasta que solo quedaba uno. ¿Acaso no ha sido suficiente? Setenta y seis años, ¿y aun quieren más? No saben lo que se sufre al ver a tus seres queridos muertos a manos de otro chico de su edad.
-Me voy al Capitolio- digo, con voz firme y decidida.- Voy a rescatar a los niños. Willow me quiere a mí, no a ellos. Me entregaré con la condición de que los suelte, y después...
-¿Después que, Katniss? Después todo volverá a ser como hace veinticinco años. No les salvarás la vida a los niños haciendo que Willow te mate. ¿No te das cuenta? Tú sigues siendo el Sinsajo. Siempre lo has sido y siempre lo serás. Mientras tú estés viva, todo el mundo luchará por conseguir que Panem siga sin Juegos del Hambre. Si mueres, Katniss, liberarán a los niños, pero lo más posible es que salgan elegidos para los juegos. ¿Y entonces qué? Tú ya no estarás aquí para darles esperanza a los distritos, y volveremos a estar como al principio. ¿Es eso lo que quieres?
No. Decididamente no es eso lo que quiero. No quiero morir si mis hijos van a volver a la arena. No quiero dejar este mundo sin saber que mis hijos van a estar bien.
-No, no quiero eso, pero hay que hacer algo antes de que sea demasiado tarde.
-Está bien. Luego pensaremos algo. Pero antes ven conmigo, voy a enseñarte algo que te va a alegrar el día- dice Johanna con una sonrisa en los labios mientras se levanta.
Atravesamos el pasillo dónde hablé hace un rato con Haymitch hasta llegar a una puerta blanca con un letrero. En letras negras se puede leer lo que contiene esa sala: "cadáveres."
-¿Cadáveres?- pregunto.- ¿No dijiste que me ibas a enseñar algo que me alegraría el día?
-Hazme caso. Las cosas no son lo que parecen.
Como no me queda otra opción, entro con ella en la sala. Es bastante grande, y contiene unas camillas idénticas a las nuestras. En cada camilla hay alguien, aunque no logramos verles las caras porque están tapadas con una sábana. ¿Quienes son estas personas? Llegamos al final de la sala, y entonces yo ya he contado veintiocho camillas ocupadas.
-Antes de nada, prométeme que no vas a gritar, a saltar de alegría ni ninguna otra cosa- susurra Johanna.
-¿Por qué?- pregunto, en el mismo tono de voz.
-Porque no está permitido estar aquí. Así que cállate, descerebrada.
Se acerca a una camilla y quita la sábana. No puedo evitar llorar. ¿Porque me trae aquí Johanna? ¿No ve cuanto me duele esto? Ver a mi amigo pálido, tumbado en una camilla y con tubos saliéndole de los brazos...
Un momento. ¿Tubos? ¿Desde cuando un muerto necesita tener tubos saliéndole de los brazos? Que yo sepa eso solo se hace con los vivos para suministrarle cosas vitales. Entonces... Oh, dios mío. No me lo puedo creer. Está vivo. Beetee está vivo.
-Sí, está vivo- dice Johanna.- Pero está inconsciente desde que salimos de la Arena.
-¿Como es posible?
-A ver como te lo explico... Los trajes que nos dieron para la Arena eran una especie de armadura. Los cortes eran visibles, pero no eran reales. Digamos que la armadura reflejaba la herida que se hubiera hecho de verdad.
-Pero el cañonazo...
-Los vigilantes están de nuestra parte, ¿recuerdas? Lo hicieron a propósito, pero en realidad todos los que dimos por muertos están aquí.
Yo sonrío y le doy un beso a Beetee en la frente. Cuando Chris se entere de que su abuelo vive...
Chris. Estará en estos momentos con mis hijos. Seguramente los proteja hasta la muerte, sobre todo a Rue. También Finnick los protegerá pero, de alguna manera, Chris me transmite más confianza que el hijo de Annie. No entiendo porqué, pero si yo tuviera que elegir a uno para que se quedara con mi hija, yo preferiría a Chris. Probablemente sea porque me recuerda a Peeta y Finnick me recuerda a Gale. Pero ¿qué más da eso ahora? ¿Acaso no están en peligro? Debo hacer algo, debo salvarlos.
Salgo corriendo por el pasillo hacia mi habitación. Me pongo unos pantalones y una camiseta que alguien ha dejado ahí para mí, y me pongo las mismas botas que llevé en la arena. Veo que Johanna está llegando a la habitación, pero no tengo tiempo de explicarle que quiero hacer. Antes de que me lo impida, salto por la ventana. Aterrizo en el suelo, a unos ocho metros de distancia de donde está Johanna, gritándome que vuelva ahora mismo y que no haga ninguna tontería. Pero me da igual. ¿Acaso mis "tonterías" no han salvado una vez a Panem? Me da igual lo que me diga, pienso seguir con este plan, aunque sea sola.
Me sacudo la ropa que se ha manchado a causa del impacto contra el suelo, y corro por la calle. Miro a mi alrededor y descubro que estoy en el Distrito 2. Genial, estoy más cerca del Capitolio de lo que yo pensaba. ¿Pero como llegaré ahí? Antes de poder preguntarme nada más, algo fuerte me golpea la cabeza y caigo al suelo.
Después de eso, solo hay oscuridad.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Capítulo 18


El mensaje nos sorprende a todos los que estamos en el interior del castillo, y seguro que también les sorprende a los que están en el bosque. ¿Qué hace Haymitch en el puesto de Claudius Templesmith? ¿Se habrá colado para dar este aviso y así conseguir que su plan funcione? ¿Le habrá cedido el presentador su lugar para acabar con los juegos de una vez por todas? ¿Qué habrá pasado en el Capitolio? Espero que lo que pase no sea nada malo, porque sé que, si es así, probablemente se inicie otra rebelión. En ese caso ¿seguiré siendo el Sinsajo? ¿Seguiré encabezando yo la rebelión? Creo que lo mejor será que no me haga tantas preguntas ahora y esperar a llegar al Capitolio para que Haymitch me lo aclare todo.
-Katniss, ¿que crees que ha pasado?
La voz de Peeta me sorprende a mis espaldas.
-No lo sé. Espero que no sea nada malo. Espero que a Haymitch no le pase nada malo.
-No le pasará nada- y, más bajo, añade.- Si algo le pasara a alguien, los habitantes del Capitolio y de los otros distritos no dudarían en empezar una rebelión.
-Tienes razón. Bueno, ¿que hacemos durante estas dos horas?
Finnick se acerca y propone que contemos historias. Los demás accedemos y nos sentamos en un círculo. Annie comienza, y cuenta una preciosa historia que dice que le contaba a Finnick cuando este era un niño. Después le toca a Sarah, que narra una historia sobre un chico que ama a una chica y es correspondido, pero los padres de ambos son enemigos y se oponen a la relación. Al final, como no pueden vivir separados, deciden casarse en secreto y montan un plan. La chica finge estar muerta para que sus padres la dejen en paz, pero el chico no lo sabía, así que al verla supuestamente sin vida, se suicida. Cuando ella despierta y ve a su amado muerto, sabe que no soportaría la vida sin él y se quita la vida. Según Sarah, es una historia muy antigua, y se la enseñaron en el colegio. Se llama "Romeo y Julieta", y tiene lugar en un país que se llamaba Italia. La historia hace que todos nos emocionemos y lloremos.
Cuando ya todos hemos contado una historia, cantamos canciones y, después, hablamos de nuestras vidas en los diferentes distritos. Annie y Finnick dicen que echan de menos vivir en el 4, pero que están más a gusto viviendo con nosotros en el 12, al igual que Sarah y Johanna. Chris nos cuenta a todos como Beetee le enseñaba algunos inventos que él mismo había creado, y luego le ayudaba a copiarlos. Yo les cuento que todas las mañanas voy al bosque, porque siempre ha sido y siempre será el único lugar en el mundo en el que puedo ser yo misma. Peeta les habla de como decora los pasteles en la panadería, y Cinna dice que le encanta copiar los diseños de su padre. Rue comenta que todos los días se despierta muy temprano para poder ver como amanece y como los sinsajos cantan al sol. Finalmente, Tom y Madge hablan de como van a pescar todos los días en su pequeña barca y nadan en mar abierto sin preocupación alguna.
Cuando ya han pasado dos horas, una voz nos sobresalta.
-¡Atención, tributos!- dice Haymitch.- Id todos hacia la Cornucopia, pero sin armas. Colocaos en la plataforma en la que estabais al comienzo de los juegos. ¡Deprisa, no queda mucho tiempo! Y recordad: que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte.
El mensaje termina, y nosotros nos levantamos del suelo del castillo. Dejamos todas las armas amontonadas en una esquina y caminamos hacia la Cornucopia, que está a un kilómetro de distancia, más o menos. Al llegar, vemos que los otros trece tributos ya están en sus respectivas plataformas. Rue se coloca a mi derecha y Johanna y Sarah tres plataformas más allá. A mi izquierda está el niño del cinco. Peeta, Cinna y el Distrito 4 al completo se colocan al otro lado de la Cornucopia, de manera que no los logramos ver. De Chris solo veo la mitad del cuerpo, ya que la otra mitad es tapada por la Cornucopia.
De repente escuchamos un ruido muy agudo, parecido a una puerta que chirría al abrirse. Los sinsajos empiezan a cantar y los árboles se mueven a causa del viento. Todos miramos hacia arriba y vemos dos aerodeslizadores acercándose. Cerramos los ojos mientras sus pinzas metálicas nos cogen y nos elevan en el cielo. Una vez en el vehículo, nos inyectan algo frío en el brazo, y antes de que pueda preguntar qué es, me desmayo.
Me despierto horas más tardes, tumbada en una camilla de hospital. Genial, esto me recuerda al Vasallaje, cuando me rescataron de la Arena. Solo falta ir al pasillo, encontrarme con Haymitch, que me cuente que algo ha salido mal en su plan y que yo le ataque con las uñas. ¿Y después que? ¿Vendrá alguien a darme una mala noticia como hizo Gale hace veinticinco años, cuando me dijo que el Distrito 12 ya no existía? Prefiero eliminar de mi cabeza estos pensamientos, así que me levanto y abro la puerta de la sala. En el pasillo me encuentro a Haymitch, que tiene los ojos rojos e hinchados. Me voy a arrepentir, lo sé, pero aun así le pregunto que ocurre.
-Katniss, algo ha fallado. Claudius Templesmith consiguió colarme en el plató desde donde retransmitían los juegos para dar los mensajes. Desgraciadamente, Willow se dio cuenta de que algo fallaba cuando vio que todos dejabais las armas en el suelo.
-¿Pero Willow no escuchó los mensajes que nos diste?
-No. Solo los oísteis los que estabais en la Arena. Cuando vio que todos volvíais a la Cornucopia y os colocabais en las plataformas, fue a hablar con Plutarch para ver qué pasaba. Él dijo que no sabía nada, pero Willow no le creyó y lo encarceló. Al ver que llegaban aerodeslizadores a rescataros, se enfadó tanto que decidió hacerme daño, porque sabía que la idea de rescataros fue mía. Capturó a Effie, Katniss. Mi prometida está en el Capitolio a manos de esa...
-Haymitch- le interrumpo.- ¿Los niños están bien?
Noto como se pone a llorar en silencio, y me temo lo peor.
-Willow consiguió hacerse con el aerodeslizador que llevaba a los niños.- Yo ahogo un grito, porque sé lo que eso significa.
Rue y Cinna, las razones de mi vida. Finnick, Chris y Sarah, los tres niños que son como mis hijos desde que nacieron. La pequeña Madge, a la que le he cogido mucho cariño en estos pocos días. Todos ellos iban en ese aerodeslizador, y ahora me doy cuenta de lo terrible de la situación. No hace falta que Haymitch me diga nada, pero aun así lo hace entre sollozos.
-Los niños han sido secuestrados, Katniss.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Capítulo 17


Rue.
Eso es lo primero que pienso cuando oigo el grito. Es ella, no hay ninguna duda. La busco con la mirada, pero no la encuentro en el castillo.
-¡Mamá! ¡Papá! ¡Ayuda!
Al oír como nos pide ayuda, Peeta y yo salimos corriendo del castillo y nos internamos en el bosque, seguidos de Finnick (que camina con dificultades debido a la herida de la pierna) y Chris. A los pocos minutos, la encontramos tumbada en el suelo, con un profundo corte en la mejilla y otro en el brazo. A su lado yace un cuchillo ensangrentado. El chico del 9 sale corriendo en cuanto nos ve, pero yo soy más rápida y le disparo una flecha que le da en la nuca. Cae al suelo y suena su cañonazo. Volvemos junto a Rue, que mantiene los ojos cerrados y una mueca de dolor en el rostro. Finnick le sujeta con fuerza una mano, y Chris la otra.
-Haymitch, por favor, envíanos algo para salvar a Rue- susurro, mientras las lágrimas caen de mis ojos.- Por favor.
Nada más acabar la frase, un paracaídas cae al lado del cuchillo que cortó a la niña. Dentro hay una crema que huele muy mal. Arrugando la nariz por el mal olor, le aplico la crema a Rue en la mejilla y en el brazo. Al principio gime, pero luego suspira de alivio. Al parecer, hace efecto. Entre los cuatro la llevamos al refugio y la tumbamos en un saco de dormir.
-Descansa, te hará falta- digo yo.
-Vale- contesta.
Se queda dormida, aunque yo no dejo de darle vueltas a una cosa: ¿por qué salió al bosque? Da igual, le preguntaré cuando despierte. Ahora sé que tengo que dejarla descansar para que se recupere. Finnick da un paso para ir a su lado, pero yo se lo impido, diciendo que tiene que dormir un poco. Él asiente y vuelve junto a su madre, que está despellejando un par de conejos que Johanna ha cazado.
Por la posición del sol, deduzco que son las doce del mediodía. Decido despertar a Rue para preguntarle porqué salió al bosque.
-Rue, despierta- susurro.
-¿Qué pasa, mamá?
-¿Por qué fuiste al bosque?
-Estaba algo confusa por lo que pasó con Chris, y quería pensar. No me iba a alejar mucho, pero apareció detrás de mí el chico del 9 y empecé a correr. Me tropecé con una roca y me caí al suelo. Ahí fue cuando me cortó. Siento haberme ido sin avisar.
-No pasa nada, pero recuerda que es peligroso. Quedamos solo veinticuatro. Menos de la mitad. Y nosotros probablemente seremos el blanco de los demás tributos. Al fin y al cabo, están aquí por mi culpa.
-¿Que quieres decir?- pregunta mi hija sin entender nada.- Tú no eres la que ha ideado los Juegos.
Entonces decido contarle toda la historia.
Nunca le había hablado de mis juegos, porque me provocaban malos recuerdos, ni tampoco le había contado nada de la rebelión. Solo le había contado que participé dos veces en los juegos y, cada vez que me preguntaba que había pasado en ellos, siempre le decía que algún día se lo contaría. Cada vez que los niños me preguntaban como había conocido a su padre, les contaba cuando Peeta me tiró aquel pan para salvarme la vida, pero nunca les dije que participamos en los mismos juegos, porque nos bombardearían con preguntas sobre si no podía quedar solo un vencedor. En clase le habían enseñado un poco la historia de porqué surgieron los Juegos del Hambre, pero nunca les mencionaron que fui yo la que acabó con ellos. Los maestros de la escuela se referían a mí como "El Sinsajo", pero nunca les enseñaron fotos mías ni ningún vídeo de los que grabé durante la rebelión. Además, yo les había pedido que nunca dijeran mi nombre porque no quería que los niños me pidieran ninguna explicación sobre lo ocurrido en el pasado.
-Rue- comienzo.- Sabes que yo participé en los juegos dos veces, pero nunca te he contado nada sobre ellos, ni sobre lo que pasó después. Verás, en los 74º Juegos del Hambre yo me presenté voluntaria por mi hermana, Prim, y tu padre salió elegido como tributo masculino. Nunca habíamos hablado en persona, pero él ya estaba enamorado de mí.- Durante la siguiente media hora me dedico a contarle todo respecto a mis dos juegos y a la rebelión que dirigí.- Por eso estamos hoy aquí, Rue. Porque yo maté al presidente Snow y ahora su nieta quiere venganza. Pero, aunque solo me quiere a mí, creó de nuevo los juegos para hacerme daño. Sabe lo que me duele ver a mis amigos muriendo, como Beetee. Sabe que me duele ver a mis hijos aquí, sabiendo que solo uno puede sobrevivir. Y sabe que me duele recordar todas las pérdidas que tuve que soportar en los juegos y en la rebelión. Y por eso hace esto. Para verme sufrir. Por mi culpa estáis todos aquí. Si no hubiera sacado aquellas bayas...
-Los juegos no hubieran parado- dice una voz a mis espaldas. Me giro y veo a la pequeña Madge.- Mi madre me ha hablado mucho de ti. Ella me contó como vio los juegos en los que participaste. Me dijo que fuiste una gran amiga, y que si no fuera por ti, probablemente mucha más gente habría muerto. No tienes nada de lo que arrepentirte. Sacar esas bayas fue lo mejor que pudiste hacer. No solo os salvasteis Peeta y tú. También salvasteis a mucha gente de morir durante estos últimos veinticinco años.
-Pero murió mucha gente por mi culpa.
-Pero murieron reclamando justicia. ¿Morir a manos de otros 23 adolescentes? Eso no es nada justo. Los que murieron en la rebelión lo hicieron porque te apoyaban, porque sabían lo que era justo para todos. Seguro que todos estarían contentos ahora si supieran que durante veinticinco años nadie murió injustamente. Seguro que tu hermana Prim te está mirando ahora mismo y enviándote todo su apoyo- hace una pausa y añade.- Seguro que siempre te ha apoyado, al igual que todos los demás.
Yo me seco las lágrimas que han sido provocadas por esta pequeña de doce años. Tiene razón, la gente que murió en la rebelión murió con una sola idea: que los Juegos del Hambre terminaran de una vez por todas. Abrazo fuerte a la pequeña Madge y me alejo un poco, no sin antes darle un beso en la frente a Rue.
Me siento en una roca cercana y miro como Rue y Chris hablan animadamente. Miro a Finnick, pero no parece molesto, lo cual me sorprende, porque siempre ha sido muy celoso.
Cuando llega la noche, vemos en el cielo a los tributos que han muerto hoy, aunque solo son los cinco que matamos en el castillo y el chico al que maté en el bosque. El sello del Capitolio adorna el cielo estrellado y se vuelve a esfumar. Cinna y Tom se ofrecen a montar guardia, y nadie se niega, pues todos estamos muy cansados. Nos dormimos y a la mañana siguiente nos despierta una voz que resuena en toda la Arena.
-¡Atención, tributos, atención! Se os ruega que no os mováis del lugar en el que estáis. Dentro de un par de horas sabréis a que viene todo esto. Y recordad: que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte.
La voz se apaga, pero no me sorprende el mensaje. Lo que realmente me sorprende es que la voz que lo ha dicho no es la de Claudius Templesmith, el presentador oficial, ni la de Caesar Flickerman. La voz pertenece a alguien a quien ya considero de mi familia; a alguien al que quiero con toda mi alma; a alguien que ha ocupado el hueco que tenía en el corazón desde la pérdida de mi padre; a alguien que, durante muchos años, ahogó todas sus penas en el alcohol, sobre todo en el licor blanco.
La voz que nos ha anunciado eso pertenece a nuestro mentor: Haymitch Abernathy.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Capítulo 16


No me doy cuenta de que estoy gritando hasta que me empieza a doler la garganta. Me quedo paralizada mientras veo como el niño del 1 le quita la espada de la pierna a Finnick y se la vuelve a clavar en el mismo lugar. Viene a mi mente la imagen de su padre siendo arrastrado por los mutos hacia una muerte segura. Sin pensarlo dos veces, busco el arco, dispuesta a matar a ese niño que está a punto de asesinar al novio de mi hija. Pero ha sido ella la que se me ha adelantado. Carga el arco con la flecha, tensa la cuerda y le da al tributo del 1 en el cuello.
Suena el cañonazo.
Corre hacia Finnick, se arrodilla junto a él y le aprieta la mano derecha. Al principio él gime, pero termina sonriéndole a Rue.
-Finnick, no te vas a morir, ¿vale?
-Rue, no seas tonta, acabaré muriendo. Los golpes han sido fuertes y profundos, no tengo posibilidades de sobrevivir.
-No digas eso- dice mi hija, con lágrimas en los ojos.- Vivirás, ambos viviremos, y seremos felices, Finnick, felices de verdad. Te quiero.
-Yo también te quiero, Rue.
Estoy tan absorta en las palabras que se dedican que no me doy cuenta de que la niña del 1, que es hermana del tributo que Rue acaba de matar, está detrás de ellos con unos cuchillos.
-¡Rue! ¡Finnick! ¡Cuidado!- grito, pero ellos no me escuchan.
Cuando la niña está a punto de matar a mi hija, cae hacia atrás, con los ojos en blanco y una lanza atravesándole el pecho. Suena el cañonazo y yo busco con la mirada a la persona que le ha salvado la vida a mi hija. No sé quien ha sido. Al principio creo que es Tom, porque el arma ha sido una lanza, pero luego distingo una figura en la entrada del castillo, y la reconozco al instante. Es Enobaria. No sé porqué ha matado a esta niña que debe tener unos diecisiete años, pero caigo en la cuenta de que posiblemente haya sido la fallecida la que mató a Allen, su sobrino. Miro a Enobaria, que entra en el castillo cargada de lanzas, cuchillos y hachas pequeñas. Al principio creo que me va a matar a mi, pero luego veo que su objetivo es el hombre del 8. Sin vacilar, le clava un hacha en la cabeza y suena el tercer cañonazo de la noche. Quedan los niños del 5 y los del 8, pero no parece que quieran rendirse. Cuando veo que una de las chicas se acerca peligrosamente a Cinna, le lanzo una flecha que le da en el corazón, y vuelve a sonar otro cañonazo. Johanna no duda al lanzarle un hacha al chico del 8, que apuntaba con una lanza a Sarah. De nuevo suena el cañonazo. Quedan la chica del 8 y el chico del 5. Ven que somos once contra dos, así que deciden irse de ahí.
Miramos los cinco cadáveres que hay en el suelo y los sacamos de aquí. Enobaria sigue con nosotros, aunque ninguno le da importancia, porque estamos más preocupados en el estado de Finnick.
-¡Mamá, necesito coserle la herida!- dice Rue, sollozando.
-Rue, sabes que no tenemos nada para ello- digo, triste.
-¡Pero entonces morirá! ¡Y no quiero que se muera! Le quiero demasiado.
Estas palabras hacen que todos nos echemos a llorar.
-Ten- dice Enobaria, tendiéndole una bolsita con hilo y una aguja manchada con algo de sangre seca.
Todos miramos sorprendidos a Enobaria, puesto que no es nuestra aliada y, aun así, quiere ayudarnos.
-¿Por qué?- pregunta Johanna, que no se fía un pelo.
-Porque no quiero que os pase nada. Katniss, tú me ayudaste a escapar del Capitolio, aunque podrías haberme dejado allí tirada, porque no me debías nada. Después me acogisteis en el 13, y nunca me habéis hecho nada malo. La chica del 1 mató a Allen ayer, y le debía venganza. La seguí hasta que llegó aquí, y vi mi oportunidad. Cuando vi a Finnick desangrándose, supe que tenía que hacer algo para que no muriese, porque muchas personas sufrirían si eso pasase- mira a Rue y a Annie mientras lo dice.- El hilo y la aguja me lo enviaron en un paracaídas, porque en el baño de sangre hirieron a Allen. Sé que no soy la favorita, por eso me sorprendió que me lo enviaran. Le cosí la herida y se recuperó, pero cometí el tremendo error de dejarlo solo mientras iba a conseguir comida. Cuando volví a nuestro refugio, estaba tirado en el suelo, y la chica del 1 se alejaba entre los árboles.
Mientras nos cuenta esto, Rue le limpia la herida a Finnick y se la cose con cuidado. Cuando termina, él ya se siente mejor, aunque necesita guardar reposo.
-Bueno- continúa Enobaria.- Será mejor que me vaya.
-¡Espera!- dice Annie.- Muchas gracias por darnos el hilo que ha salvado a mi hijo. Me encantaría que fueses nuestra aliada.
Todos nos miramos, como si quisiéramos saber las opiniones de los demás. Está claro que no queremos más aliados, y que, en el caso de que sí los quisiéramos, Enobaria no estaría en la lista. Pero después de lo que ha hecho, no sabemos que decidir.
-No, gracias- contesta ella.- No quiero aliados. Las muertes ya son dolorosas de por sí, y no quiero encariñarme con vosotros porque después no podría soportar la pérdida. Adiós, nos vemos por el bosque.
Y, sin decir nada más, se va, silenciosa como ha venido.
Deben de ser las seis de la mañana, porque ya está amaneciendo. Como ninguno de nosotros puede dormir después de lo que ha pasado, hacemos una pequeña hoguera y cocinamos lo que queda del ciervo. Mientras Rue le examina a Finnick la pierna, yo voy a junto Chris que, al parecer, no está muy animado después de lo que mi hija le ha dicho a su novio.
-Hola, Chris.
-Ah, hola, Katniss- dice, con voz triste.
-Oye, ayer por la noche escuché todo lo que le dijiste a Rue. Me parece increíble que te acordaras de todos los detalles de aquel día. Ya casi han pasado diez años.
-Lo recuerdo todo de ella. Aquel vestido verde que llevaba cuando la conocí; su voz cuando cantaba mientras los pájaros se quedaban en silencio; cuando nos fuimos todos al Distrito 4, a la playa, y vi lo bien que nadaba; el día en el que nos escapamos al bosque porque no queríamos cenar.
Frunzo el ceño ante estas últimas palabras. Recuerdo ese día. Debían de tener unos diez años. Durante la tarde habían tomado muchos caramelos y pasteles que "cogieron prestados" de la pastelería de Peeta, así que a la hora de la cena no tenían hambre. Discutimos porque no podían pasar sin cenar, así que ellos se fugaron al bosque. Cuando anocheció completamente, tenían tanto miedo que volvieron llorando a casa.
-Chris, ya sabes lo que Rue siente por Finnick, pero eso no significa que algún día no pueda sentir lo mismo por ti.
-Lo sé, pero vamos a morir. Y yo moriré amando a Rue, pero ella no sentirá más que simple amistad por mi.
-En mis primeros juegos- comienzo- Peeta declaró en la entrevista estar enamorado de mi. Yo creí que era una estrategia para conseguir más patrocinadores y llegar vivos a la final, pero resultó ser verdad. En la Arena, yo le seguí el juego. Nos besábamos a todas horas, y una chica me clavó un cuchillo en la frente cuando yo buscaba la medicina que le salvaría la vida a Peeta. Al volver a casa, mis emociones estaban confusas. No sabía lo que sentía hacia Peeta, ni tampoco lo que sentía hacia mi mejor amigo, Gale. Una vez, en el bosque, Gale me besó, pero ese beso no era como los que me había dado Peeta. Mis sentimientos eran contradictorios, pero cuando el Capitolio capturó a Peeta y lo vi sufrir, me di cuenta de que significaba para mí mucho más de lo que yo pensaba. Me di cuenta de que desde que nos dimos el primer beso en la cueva de la Arena, ya estaba enamorada de él. Tardé demasiado en darme cuenta, pero aquí estamos, enamorados como el primer día. Lo que intento decir, es que puede que Rue también te quiera a ti, pero que quizás tarde en darse cuenta.
-Pero si tarda demasiado en darse cuenta, tal vez yo muera antes de saber lo que siente por mí.
-Eso no pasará, créeme. Conozco a Rue, y sé que antes de que acabe la semana te dará una respuesta.
-Espero que así sea. Muchas gracias, Katniss.
-No hay de qué. Descansa un poco, Chris.
-Lo intentaré.
Y después de esta charla, se acuesta en su saco de dormir e intenta conciliar un poco el sueño.
Al cabo de dos horas, un grito muy familiar lo despierta.